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martes, 14 de septiembre de 2010

La estupidez no tiene límites


La cita de Karl Marx "La religión es el opio del pueblo" sigue demostrando una y otra vez más que fue acertada de pleno. Qué puede decirse de lo que está suscitándose últimamente a raiz de la estupidez de un líder religioso estadounidense.

Afortunadamente, su alocada idea de quemar el Corán, quedó en nada... pero ya era tarde. La ignorancia, el no querer ver la realidad, el fanatismo más exacerbado ya se ha desatado.

Las últimas escenas de mujeres, hombres y, lo que es peor, NIÑOS Y NIÑAS, en la zona de Cachemira (India) quemando banderas, dando palos al aire y al suelo, gritando como posesos, demuestra hasta qué punto puede llegar la locura humana.

Tanto como, según dice la prensa oficial, un grupo de jóvenes extremistas que han montado en cólera por una discoteca en la calenturienta Aguilas (Murcia) por llevar el nombre de "La Meca".

Ciertamente, la estupidez no tiene límites. Ahora bien, pongo la mirada sobre la religión llevada a estos extremos, minoritarios posiblemente, pero muy peligrosos para la convivencia de todas y todos quienes vivimos en esta pequeña porción de la galaxia. Hay demasiada rabia, demasiado odio... y no puedo entender que un Dios, o Dioses, puedan tener semejantes pupilos.

Mi agnosticismo o, claramente, MI ATEISMO (nadie me lo ha demostrado tampoco pero cada vez lo veo más claro), se asienta con fuerza y me anima a seguir viviendo en libertad mental, pensando en hacer el bien AQUÍ Y AHORA a quienes me rodean, haciéndoles reir, a veces llorar, pero AQUÍ, no en el más allá.

Y es que de más allá... además de no volver NADIE..., poco se puede esperar. Y eso no es fatalismo, es realidad, es tangible, es sentido humanista de la vida. Lo otro, el más allá, el paraíso terrenal, con todos los respetos, es precisamente lo irreal.

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